Se conmemora hoy el Día Internacional contra la Homo-lesbo-bi-trans-fobia, fecha que coincide con el día en que la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, en 1990.
Si bien este hecho fue un hito en nuestra historia, también muestra la enorme resistencia de reconocer a la diversidad sexual como una condición inherente a las personas, dado que existimos en el contexto de un sistema cisheteropatriarcal que condena y violenta todo lo que está por fuera de él. Los derechos humanos básicos que cualquier persona debería tener para gozar de una vida digna se ven absolutamente cercenados cuando hablamos de disidencias.Esto no solo refiere a la diversidad sexual, sino también a la intersección con otro tipo de opresiones relacionadas con la racialización, la clase social, los cuerpos no hegemónicos, entre muchas otras.
En la actualidad, 70 estados sancionan a la comunidad LGTBIQ+ y le imponen distintos castigos, que van desde la prisión hasta la pena de muerte. De este grupo de países, 33 se ubican en África, 22 en Asia, 9 en Latinoamérica y 6 en Oceanía (Fuente: ILGA 2019). Es decir, un 37% de los países del mundo castigan de alguna forma a la comunidad LGTBIQ+. Incluso este año Brunéi, que ya consideraba ilegal la homosexualidad, estableció la pena de muerte como castigo. Por otra parte, también este año Angola, Chad, Trinidad y Tobago e India despenalizaron la homosexualidad. En Irak también dejó de ser ilegal, pero se criminaliza de facto a esta población mediante leyes de escándalo público o prostitución.
Dentro de los países que poseen algún marco regulatorio a favor de la comunidad LGTBIQ+ se observan distintos niveles de avance en cuanto a garantías y derechos. En 73 países existen protecciones antidiscriminación en el trabajo y en 39 estados se penalizan los crímenes de odio por motivos relacionados a la orientación sexual. Por otro lado, en 18 países existe el matrimonio igualitario y la adopción de hijes por parejas homoparentales, y en 27 países la unión civil entre personas del mismo sexo.
De todas formas, aún en los lugares del mundo en los que hay algún tipo de avance en materia de derechos, falta mucho camino por recorrer ya que la violencia hacia las disidencias sexuales es estructural y sistemática. Incluso hay varios casos de graves retrocesos en términos de libertades y protección de los derechos humanos, como es el caso de Rusia bajo el gobierno de Putin y de Brasil con Bolsonaro, entre muchos otros ejemplos.
En Uruguay, la aprobación del matrimonio igualitario en 2013 lo coloca como el duodécimo país del mundo en permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo biológico, y el segundo en Latinoamérica (el primero fue Argentina). Esto marcó un antes y un después en la lucha por las garantías de derechos. A partir del año 2009, con la reforma integral del sistema de adopción, ya no es un impedimento la orientación sexual ni la identidad de género para poder adoptar.
En octubre de 2018 se aprobó la Ley Integral para Personas Trans, legislación que establece medidas positivas para revertir los mecanismos de discriminación y avanzar en las garantías de derechos básicos. En mayo de 2019, el Poder Ejecutivo firmó el decreto reglamentario y se presentó en el Ministerio de Desarrollo Social (Mides).
A pesar de estos importantes avances, hay muchas evidencias cotidianas de que la homo-lesbo-bi-trans-fobiaestá muy presente en la sociedad uruguaya. Por ejemplo, frente a la presentación de la guía para docentes con contenidos relativos a la educación sexual, varios padres convocaron una marcha en Montevideo para reclamar que fuera retirada de circulación.En marzo de 2019 se presentaron en la Corte Electoral 69.360 firmas, recolectadas bajo el lema “Todos somos iguales” por parte de sectores conservadores y religiosos, para llevar a cabo un referéndum en contra de la Ley Integral para Personas Trans.
El sistema cisheteropatriarcal, la desinformación, el tabú, la discriminación y los fundamentalismos nos han traído hasta aquí, hasta el punto de tener que luchar con nuestras propias vidas para obtener o defender nuestros derechos más básicos, desarrollar una vida plena y libre de violencias.
Ante a avanzada de la intolerancia y la proliferación de los discursos de odio debemos responder con resistencia, solidaridad y organización social. En la unión está nuestra fortaleza para luchar juntes por un mundo donde todes podamos ser parte.
Basta de homolesbobitransfobia. No dudamos en alzar nuestra voz frente y contra el odio.
Fuentes: