Colaboración Amarillo – Santana – Vera
Me arrimé a Lucía, amiga querida de hace años. Siempre estuvimos cerca pero esto nos acercó aún más. Mateamos un rato y como en épocas de facultad acordamos sentarnos juntas. De repente alguien dijo “vamos a empezar”. Se abrieron las puertas del auditorio y ahí estaba ella. Organizando, resolviendo, estoica, empoderada. Se me infló el pecho de orgullo. Ella era mi hermana, o mejor dicho, yo era la hermana de ella.
Todo el Encuentro fue enorme, histórico. Cada charla, cada aporte, conocer historias de mujeres empapadas y comprometidas, debatir en un plenario, fundar y ser parte de la piedra fundacional de este Encuentro de Feministas Diversas. Me sentí viva, me sentí libre.
Podría escribir páginas y páginas reseñando cada momento pero elijo uno en particular. Las palabras de Lilián me hicieron lagrimear varias veces. Su tiempo en el calabozo apartada de sus hijos, su concepto sobre la maternidad y la militancia me hicieron poner en perspectiva mi actual situación, sucumbida en una rutina demoledora de hijos y trabajo. Me dió esperanza, ahora empieza mi militancia y cada grano suma. Y si bien ahora creo que por ellos no tengo tiempo de nada, sé que a la larga la lucha será por, para y CON ellos.
Arriba compañeras, esto recién comienza y ¡juntas somos poderosas!