Colaboración Cami – Martina – Grattarola

Acto Fundacional

Al Encuentro fui sola. Digo sola por poner algo. Porque sabía que ahí, con esas mujeres, no iba a estar sola jamás. Estuve dubitativa unos días sobre si ir o no porque no conocía a nadie. Sin embargo, sí. Me puse la Harta que, a esta altura, es como ponerme el traje de mujer maravilla y arranqué. Antes había hablado con una mujer en Twitter que tampoco tenía con quién ir. Así que cuando llegué, después de ver pasar y saludar a cada Harta que veía, esperé a esa compañera y entramos juntas. Cuando iba llegando no podía creer que el Encuentro, soñado por tantas, se había materializado. Sentía emoción por lo que se venía y admiración y agradecimiento por las mujeres maravillosas que lo organizaron.

Porque si a mi me preguntan qué es el amor, respondo esto: qué mayor acto de amor que organizar este encuentro. Así que sí, el Encuentro no había empezado y yo ya quería llorar. Dentro de mi timidez, conocí a un montón de mujeres que admiro y con las que estoy dispuesta a luchar codo a codo. En las charlas aprendí y aplaudí lo más que pude. Y en el Plenario me llené de ese amor, de esas ideas, de esa lucha y de esa sororidad que había en cada intervención de una compañera y en el aire todo. Yo, que nunca me siento suficiente, sentí que ese era mi lugar. Que desde ahí me iba a parar, al lado y de la mano de esas mujeres. Home is where the EFD is. Hablaría horas sobre este encuentro pero me llevaría mucho. Horas fueron las que estuve contándole todo a mi madre, a mis amigxs. El Encuentro me dio, además, la manija, el impulso y las ganas de salir a cambiar el mundo y también las ganas de conocerlas a todas.

Así que este encuentro fue para mi puro aprendizaje, revolución y amor y una constante conciencia de que juntas somos poderosas. Y yo, Camila, que con 17 años nunca me había sentido tan parte de algo, tan pieza importante de algo enorme, tan unida, tan entendida y tan escuchada, agradezco semejante acto de amor. Me explota el pecho de orgullo y cada vez que me pregunten por el EFD, hablaré maravillas y procederé a llorar.

La que fue sola, volvió sabiendo que no iba a estar sola nunca más.

Cami.

Es verdad que me siento un poco grande y me dió vergüenza en un principio cuando llegué a la Facultad de Ingeniería y me encontré con muchísimas chicas de no más de 24 años. Incluso fui con mi hermana de 17 años de quien estoy re orgullosa, que se vino sola de Solymar en bondi a las 7 de la mañana cuando no se mueve ni para ir al cine. Ustedes me inspiran, tal como a mi hermana, a participar en este colectivo, a encontrar un espacio de contención y sororidad absoluto, donde que no importa la edad. Lo único que importa es compartir esta lucha.

Estos días me han movilizado mucho (no quiero saber cómo están ustedes que hace meses que viene organizando este movimiento). He sido consciente nuevamente de la violencia de género que padecí a los 13 años, cuando mi madre se fue a vivir con el esposo, de quien afortunadamente se divorció hace 2 años. La culpé y estuve enojadísima muchos años con ella por abandonarnos a mí y a mi hermano en una edad tan complicada, por permitir que ese hombre nos alejara de ella (nos fuimos a vivir con mi padre y la esposa). La autoestima se me fue al piso y hasta desarrollé una alergia autoinmune. Hoy, a mis 33 años, con unos cuantos de terapia encima, he recuperado la relación con mi madre y entendí que ella fue víctima de violencia psicológica por parte de su segundo esposo durante 20 años. Ahora lo entendió y me da mucha rabia e impotencia pero, justamente por ella, por mí misma y por todas las mujeres es que estoy feliz de unirme al Encuentro de Feministas Diversas para aportar mi grano de arena, para armarme de marco teórico para poder argumentar en discusiones con amigos y no tan amigos para ayudarnos, escucharnos y decir BASTA.

Así que, gurisas, gracias y más gracias por la iniciativa, por el tiempo dedicado. El sábado 9 de setiembre fuimos testigos del esfuerzo y el laburo que han realizado para construir este hermoso colectivo.

¡Juntas somos poderosas!

Martina.