Colaboración Espino – Núñez – Ana Clara
Me criaron diciéndome que era normal la envidia entre las mujeres, que las amistades entre nosotras no duraban, que no pensara que iba a tener amigas para toda la vida. Me enseñaron a desconfiar de las mujeres, a preferir trabajar con varones, a creerme mejor que las demás por saber qué es un “orsai”. Me convencieron de que un proyecto llevado adelante exclusivamente por mujeres no tenía chance de prosperar porque “viste que mucha mujer junta es pa’ lío”. Pero no, no me cerraba. No podía ser así. Y no podía ser la única que pensara de esa manera.
Con esta inquietud más fuerte que nunca, en abril, decidí unirme al chat del EFD. Allí encontré mujeres que piensan igual que yo, que creen que entre mujeres se puede. Y el sábado 9 en la Facultad de Ingeniería tengo el enorme orgullo de decir que dimos una primera muestra de ello.
Participar de la organización del Encuentro de Feministas Desorganizadas fue agotador y gratificante, fue aprendizaje y deconstrucción constante, fue aplicar conocimientos y ponerse tareas al hombro, fue generar lazos y fortalecerlos trabajando.
Vengo desde hace casi dos años tomando decisiones en pos de mi bienestar emocional. Unirme al EFD fue una de esas decisiones y no dudo un instante en decir que fue de las más acertadas. La sororidad que he encontrado en esas mujeres me hace muy feliz y transforma toda mi rabia, disconformidad, HARTAzgo, en ganas de cambiar el mundo de la mano de ellas. Codo a codo. Espalda con espalda. Confiando la una en la otra. Porque todas queremos lo mismo. Porque juntas somos poderosas.
Luciana Espino.
Es difícil encontrar las palabras cuando los sentimientos son tan grandes, pero voy a hacer el intento. Tratando de sintetizar, no encuentro otra palabra que GRACIAS. Este grupo de mujeres maravilla me salvó. No exagero. Me sacó del encierro en el que estaba, me hizo encontrar conmigo.
Cuando Roma me dijo “Queremos traerte”, me explotó el pecho. No supe bien si era agradecimiento, orgullo, felicidad, amor, algo de vergüencita (no me gusta que gasten en mí) o una mezcla de todo. Lo acepté sin chistar porque sabía que era mí única posibilidad de ir a ponerme al día con todos los abrazos pendientes y sobre todo de ser parte de un antes y un después en nuestra historia, no solo como individuxs, ni colectivo, sino como feministas. Dejar de estar desorganizadas para seguir creciendo y formándonos juntas.
El Encuentro superó tremendamente mis expectativas. Le puse cara y voz a las historias compartidas, recibí tantos abrazos que todavía, una semana después, siento su calidez. Aprendí muchísimo de las charlas de la mañana, sobre cómo se organizan los colectivos, cómo es el feminismo en nuestro país, cómo estar activa en las redes y cuidarnos.
Como es la primera vez que me organizo por una causa, nunca había estado en un plenario. Me gustó la posibilidad de debatir libremente. Aprendí muchísimo en esta instancia y entendí que esto recién empieza, que nos queda mucho por hacer, además de organizarnos.
Pero sobre todo lo que más entendí es que nunca más vamos a estar solas, porque juntas somos poderosas.
Ana Clara.