Día Internacional de la Salud Sexual
Desde el 2010, el 4 de setiembre se considera el Día Internacional de la Salud Sexual. Esta jornada surge por iniciativa de la Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS, por sus siglas en inglés) [1] para concientizar sobre los derechos sexuales, que son derechos humanos relacionados con la sexualidad.
Acceso a una asistencia en salud reproductiva de calidad.
Poder buscar, recibir y compartir información sobre sexualidad con otres.
Educación sexual de calidad.
Autonomía e integridad del cuerpo.
Elegir libremente los vínculos sexoafectivos.
Decidir ser sexualmente active o no.
Acceso al grado máximo alcanzable de salud, incluyendo la salud sexual, que comprende experiencias sexuales placenteras, satisfactorias y seguras.
Mantener encuentros sexuales con consentimiento.
Matrimonio consensuado.
Poder decidir tener o no un hije, cuándo y cómo.
Derecho a buscar una vida sexual satisfactoria, segura y plena [4].
No podemos perder de vista que los factores que interactúan sobre la sexualidad son múltiples y complejos. Un enfoque construccionista de la sexualidad explica a las prácticas sociales en relación con el cuerpo y a la sexualidad como un hecho político, que depende de lo histórico y es influenciado por lo sociocultural. Se plantea a las relaciones de poder como parte de la producción de lo que es considerado normal o anormal, permitido o prohibido.
El modelo hegemónicode la sexualidad, construido como el “más válido”, opera en el imaginario social, aunque no necesariamente coincide con la realidad. El modelo es aprendido por las personas y produce y reproduce desigualdades. Se trata de un modelo heterocentrado, reproductivo, falocéntrico, coitocéntirco, productivista, genitalizado y adultocéntrico, que regula y categoriza los vínculos afectivo–sexuales [5].
La identidad sexual es parte de la identidad global, lo que incluye la manera en que se identifica cada persona (como hombre, mujer o una combinación de ambos) y la orientación sexual [4]. La orientación del deseo hace referencia al tipo de estímulos hacia los que las personas nos sentimos atraídas sexualmente, hacia los que se dirige nuestro interés sexual y con quienes tenemos o deseamos tener conductas sexuales. Cualquiera de las orientaciones del deseo supone una manera legítima y saludable de vivir la sexualidad.Desde cualquier orientación sexual podemos resolver nuestras necesidades afectivas, sexuales y relacionales [6].
Plantear una salud sexual con perspectiva de género, en pos de una vida sexual satisfactoria, segura y plena, implica asumir las diferencias que hacen únicas a las personas, sin que estas sean utilizadas para justificar las injusticias en la distribución del poder y los recursos.