Explotación sexual: no hay excusas
En los últimos días, han salido a la luz denuncias públicas de casos de explotación sexual hacia niños, niñas y adolescentes en Uruguay y la región. El siguiente texto expresa nuestra postura, datos relevantes para comprender este tipo de violencia y sugerencias tanto para el abordaje como para la toma de conciencia sobre este problema público de carácter histórico y estructural.
Repudiamos cualquier acción u omisión que suponga una violación o vulneración a los derechos de las infancias y adolescencias. No son hechos de carácter “privado”, ni aislados, ni consentidos.
Violencia contra niños, niñas y adolescentes
“(..) las formas de organización social que perpetúan asimetría de poder según pertenencia generacional, de género, étnico/racial o nivel socio económico (entre otras formas de discriminación), sientan bases para la emergencia de violencias hacia infancia/adolescencia.
El maltrato y abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes trasciende lo exclusivamente personal, así como la intimidad o privacidad del ámbito familiar y se constituye en un asunto social, público y por ende en una responsabilidad social y colectiva. Desde una perspectiva de derechos, es una violación de derechos humanos, por tanto, el Estado tiene la obligación de preservarlos.”
La violencia machista y la opresión patriarcal también se ejerce hacia infancias y adolescencias. En los hogares pueden resultar víctimas de maltrato y abuso o presenciar episodios de violencia de género, cuyo impacto muchas veces es similar al de la violencia ejercida directamente sobre elles. Según la Segunda Encuesta Nacional de Prevalencia sobre Violencia Basada en Género y Generaciones (SENPVBGG, 2019), 1 de cada 4 situaciones de violencia por parte de parejas o ex parejas ocurrieron delante o mientras niñas, niños y adolescentes estaban en el hogar.
Por otra parte, el informe del SIPIAV 2021 señala una “alta naturalización” de las situaciones de violencia. La implementación de programas de educación sexual integral en la infancia y adolescencia es fundamental tanto para que cuenten con información para detectar este tipo de situaciones y comunicarlas, como para garantizar su derecho a una salud sexual plena. Es necesario el apoyo de centros educativos y de salud porque nueve de cada diez de las personas que ejercen violencia (91%) son familiares directos o integrantes del núcleo de convivencia de NNAs, y los padres siguen siendo los principales agresores (39%).
En 2004 se aprobó en Uruguay la Ley n°17.815 que pena como delitos los casos de violencia sexual comercial o no comercial contra niñes, adolescentes e incapaces. El Estado es responsable si no investiga ni persigue a los culpables, los casos de explotación sexual se han duplicado en los últimos ocho años.
Para terminar con la violencia contra niños, niñas y adolescentes es necesario prevenir y apostar todos los recursos que sean necesarios para la detección temprana. Si no desarmamos las estructuras socioculturales que habilitan la violencia, estaremos condenado a más infancias y adolescencias a ser víctimas de maltrato, abusos y explotación y atravesar sus consecuencias.
Nos pronunciamos
Una vez más, nos solidarizamos con todas aquellas mujeres, niñes y adolescentes que, ante la falta de amparo y garantías institucionales por parte del estado y, muchas veces, frente a la ausencia de apoyo familiar, se han visto obligadas a crear y buscar espacios de denuncia alternativos y públicos para ser escuchadas. Nosotras les creemos, la violencia de género y generaciones es un problema estructural y por eso romperemos el silencio cómplice hasta que deje de serlo.
Tanto la explotación sexual comercial como el abuso sexual infantil son expresiones de violencia sexual hacia niñas, niños o adolescentes y ambas buscan someter y dominar vulnerando derechos fundamentales. En el caso de la explotación sexual comercial, existe un intercambio, tanto en dinero, especias, protección o cualquier otra cosa. El consentimiento no es tal cuando hablamos de menores porque el vínculo es asimétrico:
“Una niña, un niño o adolescente jamás puede consentir frente a una situación de explotación sexual. Cualquier gesto o actitud que se parezca a un consentimiento o aceptación en este sentido está viciado por su situación de vulnerabilidad definida por su edad. Las normas uruguayas plantean los 18 años como la edad por debajo de la cual el acto de pago o promesa de pago es un delito, penado por ley”
UNICEF – Preguntas frecuentes sobre la explotación sexual de niñas, niños y adolescentes
Las situaciones de vulnerabilidad, las necesidades y las carencias de nuestras infancias no habilita a considerar que sus cuerpos son mercancías, bajo ninguna justificación. Es explotación. No es una relación sexual consensuada, no es prostitución, no son regalos, no es un intercambio en igualdad de condiciones.
Las denuncias públicas de abuso sexual y/o explotación sexual a menores están enmarcadas dentro de prácticas sistemáticas que ocurren hace años y que son de amplio conocimiento por parte de la ciudadanía. Las repudiamos y llamamos a toda la población, y especialmente a quienes trabajan en medios de comunicación y en el gobierno, a que revisen sus prácticas y los comentarios asociados a estas situaciones. La promesa de dinero, beneficios o bienes materiales no habilita ni justifica el accionar repudiable por parte de adultos. No es ni tolerable ni justificable la exposición y revictimización de quienes denuncian. También sabemos que no todas las situaciones toman notoriedad pública, pues no todas las víctimas se animan a denunciarlas públicamente ni en la justicia. Cada ocho de marzo hay cientos de mujeres en Uruguay que toman las calles por haber sido víctimas de abuso sexual, muchas en su infancia y adolescencia. No son situaciones aisladas, hemos sido y somos las que día a día denunciamos, organizadas, que la violencia machista y patriarcal está arraigada en la sociedad que vivimos. Acompañamos la voz de las que pudieron hablar y damos batalla por las que no.
Ni la identidad de género ni la orientación sexual son atenuantes ante la denuncia de abuso sexual o explotación sexual. La homolesbotransfobia es constitutiva de las violencias diarias que sufren muchas personas, y lleva a que tanto la iniciación sexual como el desarrollo en plenitud de la vida sexoafectiva esté atravesada por infinidad de vulneraciones, prejuicios y violencias, pero ello no significa que debamos hacer caso omiso o relativizar el abuso y la explotación. Lo que debemos construir, es una sociedad que defienda el derecho de todas las personas a vivir una vida digna y libre de violencias. Estamos alerta contra los discursos de odio. El pánico moral sembrado a través de falsas acusaciones de grooming, que se vienen desplegando desde el norte global contra las personas LGBTIQ y en particular contra las personas trans, persigue una agenda antiderechos y fascista. Cada persona tiene derecho a construir su identidad, sin imposiciones ni controles y, sobre todo, sin que su dignidad sea vulnerada.
El abuso sexual sigue siendo en gran mayoría contra el cuerpo de las infancias, adolescencias y mujeres, y cometido por varones cisgénero. La explotación sexual comercial es un delito. La pedofilia y la pederastía no son una orientación sexual, ante una denuncia de abuso y/o explotación sexual no son atenuantes ni la identidad de género ni la orientación sexual.
La precarización de la vida depreda el cuerpo de las mujeres y las infancias, los medios de comunicación espectacularizan y refuerzan este fenómeno. El Estado sigue ausente.
Ante falsas acusaciones, reiteramos: rechazamos la cooptación de nuestra lucha con fines partidarios; los agresores están en nuestras casas, familias, en los medios, escenarios, salones de clase, partidos políticos, y en todos los ámbitos.
Somos un movimiento que busca transformar un sistema injusto desde lo personal hasta la estructura social que legitima violencias e injusticias estructurales. En la unión está nuestra fortaleza para luchar por un mundo donde todes podamos ser parte. Si no hay un presente que garantice los derechos de niñas, niños y adolescentes a vivir una vida libre de violencia, no hay futuro posible.
No dudamos en sumar nuevamente nuestra voz para hacer frente a la explotación sexual.
No tendrán nunca más la comodidad de nuestro silencio.
Encuentro de Feministas Diversas