Dónde están las pibas
En primer lugar, la información que manejamos la extraemos directamente de fuentes oficiales. En el caso particular de las desapariciones, consultamos la página del Ministerio del Interior y bajo ningún concepto calificamos como “desapariciones” a la información o datos que nos llegan y que no está corroborada por dicho Ministerio. Somos conscientes de la manipulación que puede ejercerse con información falsa y los peligros que ello supone. Trabajamos en cada detalle y buscamos múltiples formas de chequear información antes de compartirla. Por ende, nos desmarcamos de los casos en los que las autoridades competentes encuentren “información falsa” y repudiamos esos actos que solamente desvían el foco de atención. Consideramos que nuestro accionar a través de las placas en las redes ha sido tergiversado al insinuar que hablamos de secuestros o casos entrelazados y por ello nuevamente tomamos la palabra.
En segundo lugar, nuestro colectivo busca darle mayor visibilidad a las formas en que la violencia de género se materializa en la vida cotidiana. Como lo personal es político, nos preocupan las cifras acumuladas, las familias que esperan respuestas, las que están ausentes y tienen nombre y apellido. A través de nuestras redes nos unimos para instalar el debate público y hacer oír nuestras voces que son también las de aquellas. Exigimos respuestas y hacemos preguntas pero también estamos para colaborar, apoyar e impulsar si se nos convoca y participa.
Nos cansamos sí de no encontrar respuestas, de esperar calladas, de estar pasivas. No vamos a permitir falsas acusaciones. No vamos a quedarnos a ver o a leer lo que se nos comunique desde los medios. No buscamos producir relatos conmovedores y mucho menos hacerle el juego a la “alarma pública”. No perseguimos lectores, no tenemos auspiciantes ni partido político. No somos nosotras las que debemos rendir cuentas y menos aún las que tienen intereses de por medio. Hemos decidido generar nuestras redes y tomar la agenda pública para hacerla propia poniendo a trabajar nuestras manos, nuestros saberes y nuestro tiempo por todas. Estamos alerta, en las calles y en las redes porque son las herramientas que hemos encontrado juntas para darle batalla a las múltiples formas de opresión que nos ejercen y sobre todo para decir una vez más que hay cosas que son urgentes y no admiten demora. Nuestras voces son las voces que están. Queremos que nos digan dónde y por qué no están las que no están. Nuestra bandera es la igualdad.
Nos queremos vivas. Nos queremos libres.