25 de noviembre de 2020–Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres
Otra vez, como hace casi 40 años, las feministas latinoamericanas recordamos el aniversario del asesinato de las hermanas Mirabal y en ellas, a quienes sufrieron y han sufrido violencia basada en género. Y otra vez, reivindicamos nuestro derecho a luchar, organizarnos y tomar la voz en el espacio público.
En este contexto de crisis sanitaria es urgente recordar que nuestras muertas no son daños colaterales, ni casos aislados, ni comparables al robo de ganado. A la fecha son 22 las mujeres asesinadas por violencia machista en Uruguay.
La violencia basada en género es estructural y la única respuesta estatal ha sido la desidia. No solo en las declaraciones públicas de funcionarios del estado, sino en el recorte de recursos, cierre de centros de atención y constante precarización del trabajo remunerado. No nos callamos porque, aunque pesa una declaración de emergencia nacional, se definió postergar para 2024 la implementación completa de la Ley 19.580. Año a año nos preguntamos hasta el hartazgo: ¿Cuántas más deben desaparecer y morir a manos de la violencia machista para lograr un compromiso político solvente y permanente contra todas las formas de violencia basada en género? Exigimos un presupuesto real y suficiente para la Ley de violencia hacia las Mujeres basada en Género y para la Ley Integral de Prevención y Combate a la Trata y la Explotación de Personas.
El próximo 13 de diciembre se cumplen diez años de la desaparición y muerte de Nadia Cachés. El Sistema Judicial no ha logrado en diez años determinar ni las circunstancias de su desaparición primero, ni la causa de su muerte después. Diez años sin justicia que se perpetúan y se reproducen en cada una de las que nos faltan. Uno de los casos más recientes es el asesinato de Victoria Marenales. Las preguntas se repiten, otra vez: ¿Dónde está o estaba su cuerpo? ¿Qué le pasó? ¿Quién es responsable? ¿Se investigó lo suficiente su desaparición? ¿Hay políticas de acompañamiento y apoyo hacia sus personas cercanas o dependientes? ¿Qué sucede dentro de nuestro sistema judicial, por qué no es claro para quienes exigimos conocer los procedimientos? ¿Cuáles son las carencias, las fallas o los poderes que hacen que las investigaciones se duerman en un cajón? A las mujeres no se nos respeta ni en la vida ni en la muerte, ni en nuestras casas ni en las instituciones. Tampoco hay respeto por quienes sufren y han sufrido las consecuencias de la falta de verdad y del olvido. No nos callan más porque nuestra voz -conjunta, solidaria, diversa -es la que nos da fuerza para no aceptar las desapariciones y muertes como algo natural.
Otra vez, insistimos en señalar que en Uruguay existe una relación directa entre la desaparición de mujeres, la explotación sexual, la trata de personas y el narcotráfico. Denunciamos la omisión y la complicidad del Estado porque se omiten datos, se toman medidas insuficientes, no se monitorean las investigaciones y se oculta y minimiza el tema.
Exigimos alternativas institucionales, educativas y legales para poder denunciar la violencia machista en todos los ámbitos sin caer en la revictimización, el punitivismo y ser objeto de mayor violencia y exposición. Exigimos poner el foco en la transformación del Sistema de justicia, necesitamos una justicia integral, que jerarquice la reparación, para que toda sobreviviente de violencia machista pueda vivir una vida digna y plena.
Estamos en Alerta contra los intentos de retroceso en las conquistas logradas por el movimiento de mujeres y disidencias en nuestro país. Las campañas de desprestigio, de desinformación, las persecuciones o mecanismos de silenciamiento a quienes investigan y la puesta en duda de nuestras voces, han sido parte del entramado regional de los últimos años. Aunque sea cada vez más dura la violencia hacia el activismo, las
feministas seguiremos levantando la voz, tejiendo redes y estrategias para romper el manto de complicidad y silencio que habilita el abuso, la violencia y el recorte de nuestras libertades.
Decimos NO a la censura, a la criminalización de la protesta, a la estigmatización del movimiento de mujeres y a la represión violenta. Manifestamos que la LUC significa un enorme retroceso en materia de derechos y garantías.
En palabras de Silvia Federici, “La mejor forma de resistencia a la violencia, no es enfrentarla sola, es juntarnos, crear formas de vida y reproducción más colectivas, fortalecer nuestros vínculos y así verdaderamente, crear una red de resistencia que ponga fin a toda esta masacre.”
La reacción conservadora siempre buscará dividirnos y debilitarnos. El contexto regional y local nos necesita, por eso otra vez, el Encuentro de Feministas Diversas reivindica la creación y fortalecimiento de redes en la diversidad. Denunciamos las múltiples exclusiones que diariamente enfrentan las compañeras trans, afro, migrantes y con discapacidad y nos posicionamos en contra de toda forma de discriminación que profundice o perpetúe la violencia de género.
Nos nombramos y nombramos a las que no pueden hacerlo, porque las desaparecidas, asesinadas, abusadas, acosadas, humilladas, subestimadas y silenciadas NO somos una cifra estadística y el daño hacia nuestras vidas no es colateral.
No nos callamos más
Estamos en Alerta
EFD